martes, 17 de noviembre de 2015

CUANDO TU FIRMA NO TE DEFINE

¿Qué es una firma? La podemos entender como la marca o sello de nuestra personalidad; con ella nos identificamos y nos damos a conocer en diferentes situaciones: Cuando firmamos un contrato de alquiler, de trabajo, hacemos la declaración de hacienda, compramos un piso, abrimos una cuenta en el Banco…. Ninguna de las situaciones mencionadas sería válida si no fuera acompañado de nuestra firma.

Además no está sometida a ninguna regla, podemos firmar a nuestra imagen y semejanza, es decir como más nos guste. Todo es válido y se acepta.

¿Qué se puede ver en la firma?  Podemos encontrar valiosos datos, que definen a quién firma, partiendo de la simbología del nombre y los apellidos, situación en que se ubica en cuanto a izquierda-derecha y proximidad con respecto al texto, dirección, tamaño (En altura y anchura) de las mayúsculas, grado de legibilidad….Con toda la información extraída de las características que definen la forma de poner el nombre y los apellidos podemos hacer un estudio de personalidad importante. Pero además con los rasgos que se trazan en la rúbrica: si son angulosos, curvos, grandes, pequeños, sencillos, complicados… podemos ampliar aún más nuestro estudio. Pero el máximo de información lo vamos a obtener si contamos con unas líneas de escritura firmadas.

Digo el máximo de información porque en el texto de un escrito nos mostramos tal y como nos gusta que nos vean, se trata del “yo social”, que por supuesto no es del todo natural porque siempre intentamos dar una imagen mejor de nosotros mismos ante los demás. Y en la firma mostramos nuestro propio yo; sería el “yo auto-observado”. Cuanto mayor igualdad hay entre firma y texto mayor naturalidad habrá en la forma de mostrarnos ante los demás, la persona será más sincera y natural; aparentará menos, por ello la conoceremos tal y como es en realidad.

¿Se pueden cometer errores al interpretar la firma? La experiencia me dice que la Grafología no suele fallar, aunque me he encontrado con algunos casos a lo largo de mi carrera profesional que me hicieron dudar en su día, aunque al final, al ver que la persona no reconocía en ella las características de personalidad que mostraba su firma, haciéndoles ciertas preguntas clave, llegamos a la conclusión de que las interpretaciones eran correctas.
 
El primer caso con el que me encontré fue la firma de María, que he reproducido tal y como la recuerdo.

Tal y como nos dice la grafología, el nombre simboliza el entorno familiar y el apellido el padre y el entorno social-profesional cuando se llega a la vida adulta.

Al ver esta firma le dije que se sentía muy a gusto con la familia, con la madre y que tenía un entorno familiar muy positivo. El ambiente social, por el contrario le resultaba más desagradable y se sentía francamente mal, también le dije que las relaciones con el padre tampoco debían ser nada positivas.

Me miró con cara extrañada y me dijo: “No has dado ni una” y me contó su situación explicándome que su vida familiar era un desastre, que cuando cumplió los 15 años sus padres se separaron, su padre se fue a vivir a Francia y su madre les dijo que no podía hacerse cargo de ellas que se iba a vivir con su nueva pareja y vendían el piso para pagar las deudas que tenían, que quería iniciar una nueva vida libre de cargas. Tenía una hermana de 18 años que medio vivía con su novio y se tuvieron que ir a vivir a la casa del novio. Había tenido que dejar de estudiar porque tuvo que trabajar en todo lo que le salía, igual que su hermana. Que odiaba a sus padres porque le habían destrozado la vida y que por supuesto no tenía vida familiar, ni positiva ni negativa.

Le hice una serie de preguntas sobre cómo se le había ocurrido firmar así, por qué ponía así su nombre y me dijo, Ah! Por eso… “es que un amigo me ha diseñado la firma, él me diseñó la primera parte y esta parte de la derecha la he añadido yo”.

Me resultó curioso, entre otras cosas, porque desconocía que alguien se dedicase a diseñar firmas a los amigos. La chica añadió… Ah! Entonces será mi amigo el que está a gusto con su familia, la verdad es que tiene una familia muy acogedora, y hay una gran armonía en su casa.  

Un tiempo después me encontré con otra firma con la que me pasó algo parecido.
           
Juli era una señora de unos 50 años casada y con dos hijos, era francesa. También al interpretar su firma le hablé del posible problema con el padre y tal vez algún problema social o laboral que le tenía inquieta.

Me dijo que no tenía ningún problema con su padre, que le quería un montón y que además estaba totalmente feliz con su trabajo en el Liceo. De pronto caí en la cuenta de que en Francia al casarse adoptaban el apellido del marido y le comenté si tenía problemas con su marido y me dijo que de ninguna manera, que se llevaban muy bien y eran muy felices.

Eso me dejó bastante descolocada porque no le encontraba la explicación a esa línea vertical totalmente tachada, y además con tanta saña. Entonces le pregunté… y entonces por que haces este garabato de la derecha y me dijo, con mucha lógica: “Es que esto es el apellido de mi suegro, que tengo que poner por obligación,  y mi suegro es la persona más odiosa que he conocido en mi vida”, me hizo gracia porque añadió “Imagínate que tú tuvieras que poner el apellido de tu suegro en lugar del de tu padre, que te obligaran por ley a quitar el Belda”.

Desde luego la explicación era de lo más lógica y el reflejo en su firma era el mismo, solo que en la simbología que manejamos no aparece en ningún caso el “suegro”.

He puesto estos dos ejemplos para que os deis cuenta de que podemos cometer errores, pero que la Grafología no se equivoca. Cuando interpretamos una firma aludimos a la simbología colectiva, pero muchas veces pueden traicionarnos símbolos poco convencionales o que otras personas puedan “diseñar” firmas (Aunque nos consta que a muchos políticos y artistas buscan asesores grafológicos para mejorarlas y así dar una imagen más positiva de sí mismos).