Al hilo de
lo que hemos ido comentado en el blog hasta ahora, cabe destacar la aplicación del estudio de la
escritura al ámbito judicial.
En este
caso, no se tratará de interpretar la personalidad o rasgos característicos de
una persona, sino de corroborar o desmentir la autoría de una firma o texto
concreto por parte de alguien cotejando muestras gráficas. Por tanto no
podremos hablar de Grafología en sí, sino de Pericia Caligráfica.
Si, como
habíamos explicado anteriormente, la escritura es un acto automatizado e
inconsciente imposible de falsear, se deduce que, cuando una persona haya
imitado la escritura o firma de otra, se podrá averiguar este hecho tras el
estudio detallado del documento presuntamente falsificado (dubitado) y de otros
textos o firmas de los que la persona sí reconoce ser autor (indubitados).
La Pericia
caligráfica es, por tanto, una prueba judicial que pueden realizar los Peritos
Calígrafos que estén suficientemente preparados para ello (No simplemente
grafólogos, sino que se requiere una formación complementaria) ante la demanda
de juzgados y abogados de partes.
Generalmente
se solicita la intervención del Perito Calígrafo para casos en los que
presuntamente se ha falsificado una firma en contratos de compra-venta,
transacciones bancarias en general, etc. También puede solicitarse en casos en
que se busque al autor de un anónimo o en aquellos en los que se desee
verificar la autenticidad de un testamento manuscrito (ológrafo).
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