sábado, 23 de mayo de 2015

LA FIRMA: NUESTRO SELLO PERSONAL



(Imagen extraída de http://www.bit4id.com/es/index.php?option=com_content&view=article&id=203&Itemid=226)

            La firma es la más clara identificación de nuestra individualidad. Nadie nos dice cómo debe realizarse, qué pautas se deben seguir en su elaboración. Ni tan siquiera hay reglas que nos digan si debe ser legible o no, si la rúbrica debe llevar más o menos adornos, si tiene que ser más grande o más pequeña, como tienen que ser las mayúsculas; si muy adornadas o escuetas, si más grandes o más pequeñas, etc.  Representa, por ello, nuestra autovaloración más sincera
e inconsciente. En ella ponemos toda nuestra creatividad sin límites ni restricciones.

            Analizando una firma a través de la Grafología, se puede llegar a saber cómo se siente la persona con ella misma desde su autovaloración positiva hasta el sentimiento de inferioridad. El estado de ánimo; la alegría o tristeza en que se encuentra inmersa en el momento de firmar.

            Otra característica que se aprecia a simple vista, es el grado de ambición: desde la utopía o los deseos inalcanzables hasta los más reales y concretos. La ambición no siempre se puede entender como positiva, ya que a veces la persona está dispuesta a hacer cualquier cosa por conseguir sus objetivos sin importarle perjudicar a cualquiera que se ponga en su camino. Pero no se debe olvidar que la ambición noble es necesaria para conseguir metas en la vida, para superarnos día a día.

            La creatividad es algo que se ve reflejado con facilidad, se dejan señales de originalidad e imaginación, estilo personal y estética. Nadie puede ocultar estas características en su forma de vestir, en sus dibujos ni en sus manifestaciones personales de las que la firma es el más claro exponente.

            El modo en que nos expresamos,  la facilidad de palabra, la cordialidad que mostramos ante los otros o por el contrario la agresividad, la timidez, la ocultación o el afecto se plasman en el papel con la misma claridad.

            Cada gesto de nuestra firma es reflejo de estas características y de otras muchas. Es importante la legibilidad, el tamaño de la mayúscula inicial de nuestro nombre, el espacio que ocupa en la hoja,  la situación con respecto al texto, las diferencias que se aprecian entre carta-firma, el tamaño de la rúbrica, el exceso-defecto de adorno, los ángulos o curvas que puedan formarse , la mayor ocupación de un espacio sobre otro, los añadidos, los cruces de trazos, las desproporciones, etc. Todo tiene su interpretación, nadie hace un rasgo en su firma por casualidad y cada señal nos sirve como orientación para descubrir  la personalidad.

            En muchas ocasiones utilizamos la firma como un criterio válido en la toma de decisiones de cara a una preselección de candidatos, si bien no es el único, ya que importa el curriculum, los tests de personalidad, dotes de mando (Según el puesto)... y por supuesto otras pruebas grafológicas que nos aportan más información sobre la capacidad del candidato y sus aptitudes profesionales.

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